Las dos caras del barrio de Barracas
Es uno de los barrios que más ha crecido en los últimos años, sumándose así a la tendencia “fashion” que lo hace despegar de sus orígenes para transformarlo en una zona moderna y de vanguardia. Pero de alguna forma quizá Barracas consiga ganar la pulseada y conservar su identidad, ese aire popular que desde siempre ha marcado a este barrio.
Porque Barracas nació en el siglo XVIII, cuando en la margen del Riachuelo e instalaron las primeras “barracas” o construcciones elementales en donde se almacenaba cuero y carnes saladas. El barrio dio un salto cuando en 1791 se construyó un puente de madera que facilitó su acceso. Luego fue reemplazado por algunos otros hasta que en 1931 se construyó el puente que se puede apreciar en la actualidad.
Más allá de sus orígenes rústicos muy pronto el barrio se pobló de gente acaudaladas, familias que construyeron mansiones y palacios. La zona era muy selecta hasta que llegó la epidemia de fiebre amarilla a finales del siglo XIX.
Al igual que sucedió con San Telmo, estas personas se trasladaron al norte de la capital para no contagiarse y el barrio entonces fue habitado por la clase trabajadora, incluyendo un gran número de inmigrantes españoles, italianos y de la comunidad judía.
El perfil del barrio cambió entonces y si bien las familias más acomodadas del país conservaron algunas propiedades durante buena parte del siglo XX la fisionomía de Barracas se modificó en forma radical con la llegada de los trabajadores. Nacieron entonces propiedades de calidad inferior, se instalaron muchas fábricas y abrieron sus puertas numerosos cafés en los que se reunían las personas luego del trabajo.
Hasta 1980 Barracas fue un barrio de fábricas aunque a partir de entonces cerraron muchas de ellas. A esto hay que sumar la construcción de autopistas que obligó a demoler muchos edificios residenciales así como dos parques públicos y la reducción de los servicios de trenes en el barrio.
Sin embargo, de alguna forma el barrio aún conserva parte de su dicotomía pues en el conviven dos mundos diferentes: el de las familias con mejores recursos que han permanecido en la zona y viven de un lado de la autopista que cruza el barrio junto a la clase más humilde que vive en condiciones poco dignas del otro lado de las autopistas, a la vera del Riachuelo.
Foto Vía: Wikipedia
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