Tradición gaucha en Navarro
Navarro es un pequeño pueblo de esos que abundan en los alrededores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sólo hay que transitar unos 120 kilómetros para llegar a esta localidad tranquila y con aires campestres cuyo mayor atractivo es su importante laguna, que es un imán tanto para quienes desean acampar durante unos días como para aquéllas personas que disfrutan de la vida al aire libre y de la pesca.
Los orígenes de la ciudad se remontan a un viejo conflicto conocido como la Batalla de Navarro, en la que se enfrentaron los generales Lavalle y Dorrego sin embargo su nacimiento está marcado por la figura de Miguel de Navarro, quien se instaló en esas tierras hacia 1767 para así defenderse de los ataques indígenas.
En 1779 se construyó un fortín y podríamos decir que esa fue la piedra angular de este lugar, a medio camino entre un pueblo y una ciudad. Porque lo cierto es que, al igual que muchos otros lugares de la zona, si bien Navarro cuenta con algunas arterias principales y tiendas varias no deja de tener el ritmo pausado de aquéllos lugares que miran con asombro la locura citadina de Buenos Aires.
En Navarro la vida está marcada por las largas siestas, la cordialidad y el encuentro social, algo que se puede disfrutar en lugares céntricos como la Plaza San Lorenzo de Navarro, un pulmón verde que nació en el siglo XIX. Otro lugar muy visitado es la Iglesia San Lorenzo Mártir, una basílica primero levantada en barro y paja que se encontraba a una cuadra del fortín. Si bien luego la iglesia fue reconstruida hoy se conserva la antigua campana de aquélla capilla del siglo XVIII.
A cinco kilómetros de la ciudad se encuentra el Parque Dorrego, un sitio en el que se puede revisar la historia del país y el fusilamiento del gobernador de la provincia sucedido en 1828. Allí se puede observar una colección de objetos y documentos de época o bien disfrutar de la frondosa arboleda. Junto a él se encuentra la Estancia El Talar, una finca en donde también se produjeron diversos sucesos históricos que marcaron el rumbo de la Argentina.
Si os gusta el necroturismo, el Cementerio de Navarro, vigente desde 1857, tiene sus puertas siempre abiertas y sino siempre podéis ir en busca del rastro de la figura de Juan Moreira, un personaje emblemático que habitó estas tierras y se transformó en el paradigma del gaucho argentino, tanto por ser defensor de las causas justas como por su valentía.
Foto Vía: Terra
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