El Barrio Chino de Buenos Aires
Hace algunos años el barrio de Belgrano era una zona bastante uniforme. La avenida Cabildo marcaba el límite entre una parte del barrio que es las más coqueta y en donde predominan los grandes edificios de categoría mientras que hacia el otro lado de la arteria se sitúan los edificios de clase media y muchos comercios y tiendas.
Sin embargo, esta uniformidad tuvo su punto final cuando hacia la década del ´80 algunas familias de inmigrantes orientales, principalmente de Taiwán, comenzaron a poblar la zona más elegante del barrio. En un primer momento fueron muy pocas y de alguna manera podríamos decir que comenzaron a apropiarse de un sector de la calle Arribeños, una arteria angosta que se encuentra junto a las vías del ferrocarril.
No hubo cartel de venta ni trato legal de por medio sino que simplemente sucedió y así fue como nació el Barrio Chino, una zona que en la actualidad está delimitada por las calles Blanco Encalada, avenida Del Libertador y Juramento.
Caminar por allí es como visitar China. El aroma a la cocina oriental, las tiendas, los puestos callejeros y la decoración nos abren la puerta a un mundo paralelo, lejos del tango y del asado. Allí hay supermercados especializados en productos orientales y se encuentran algunos de los pescados más frescos de la ciudad. También hay muchas tiendas dedicadas a los productos para el hogar y la decoración y tiendas de manga y animé por no hablar de la gran cantidad de restaurantes que ofrecen menús exquisitos que rescatan lo mejor de la tradicional cocina china.
El universo gastronómico merece un párrafo aparte pues a través de los años el Barrio Chino se ha ganado un lugar privilegiado por ser el sitio al que acuden los cocineros expertos y amateurs a la hora de encontrar productos de calidad. También ingredientes exóticos, ya sea de Asia o de otras latitudes. Siempre frescos, la virtud del barrio es la variedad. Y entre tienda y tienda, uno puede aprovechar para probar algunos de los exóticos y desconocidos bocadillos que se venden en la calle. Los hay de todos tipos, algunos más conocidos como las empanadillas chinas y otros que son una prueba para nuestros sentidos.
Templos budistas, instituciones religiosas, centros de masaje y casas de té terminan por dar vida a un barrio que funciona a modo de burbuja en un universo acostumbrado a las similitudes. Los fines de semana el Barrio Chino cobra toda su dimensión así que debéis visitarlo con paciencia, pues hay mucha gente en las calles.
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