Contrastes de Buenos Aires
Buenos Aires es una ciudad con grandes contrastes. Sus diferencias se advierten desde el primer momento en el que uno respira la ciudad y así es como una suerte de paradoja natural se asentará durante el tiempo que estemos en ella. Porque de alguna manera se trata de una ciudad europea situada en el continente americano. Edificios que bien podrían estar en París, templos judíos, iglesias similares a las de Roma y un idioma compartido con España, la transforman en un destino con aires europeos aunque situado en lo profundo del cono sur.
Lo cierto es que también es una urbe de altos contrastes pues aún cuando presume de su elegancia las limitaciones del Tercer Mundo se sienten a flor de piel. Y así es como magníficos barrios como Recoleta, San Telmo o Belgrano conviven con otros en los que la humildad y la pobreza han hecho estragos. Sobre todo en el área suburbana.
Porque lo cierto es que aún sin murallas hay una frontera invisible aunque palpable entre lo que es la Capital Federal y sus alrededores. A medida que uno en los viajes se va alejando del epicentro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la elegancia comienza a ceder frente a la pobreza y así es como los barrios dejan de ser lo que eran para transformarse en espacios más sencillos, con casas menos lujosas y calles más discretas.
Si bien dentro de este gran aro que rodea a la Capital Federal también hay subregiones y grandes diferencias entre quienes tienen más y quienes deben conformarse con menos, hay quienes dicen que el conurbano bonaerense es “tierra de nadie”, territorio librado a su propio azar. Tal vez sea un poco exagerado pero de alguna manera deja entrever las diferencias entre la capital y ese “interior” que aparece ni bien uno cruza la Gral. Paz, la autopista que bordea a la capital porteña.
Tal vez la gran excepción sea el corredor norte de la ciudad. Lejos de los barrios más humildes situados en la zona sur, en el norte se respiran aires de bonanzas y así es como allí se han establecido algunos de los barrios más sofisticados de Buenos Aires, como San Isidro, La Horqueta o La Lucila. También es el lugar elegido para numerosos barrios privados, esos nuevos búnquers de este siglo que más que ningún otro trazado urbano delinean con trazo firme las fronteras entre la riqueza y la pobreza.
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