Caleta Olivia, tributo al petróleo
Una vez que uno abandona la seguridad de la vida citadina de Comodoro Rivadavia comienza lo que es el tramo más cansador de la ruta 3, el camino que nos deposita en el punto más austral del mundo y que parece no tener fin cuando uno está contando los kilómetros.
Caleta Olivia es una suerte de vermut que se anticipa en esa larga jornada que a pesar de su natural letargo atesora unos cuantos puntos de interés. Esta ciudad es pequeña y está muy cerca de Rada Tilly, a no más de 70 kilómetros de distancia. ¿Qué es lo que más llama la atención de ella? Su naturaleza plana, fiel al estilo patagónico.
Podríamos decir que es el primer lugar que define como ningún otro al conjunto de pueblos y centros urbanos típicos de la región: Caleta Olivia es pequeña y está cruzada por un puñado de calles que forman parte de un mapa trazado con diseño perpendicular.
No hay nada para resaltar de ella, ni parques verdes ni grandes monumentos o edificios emblemáticos aunque es sincera como pocas en tanto no pretende conquistar nuestra mirada con una extensa guía de paseos turísticos que vale la pena visitar. En cambio, se muestra dócil y sencilla, uno de esos pueblos de trabajo cuyos habitantes se rigen por el ritmo de la industria petrolera que domina la zona.
Que mejor entonces que un gigantesco hombrecillo de hierro que con una perforadora en sus manos y varios metros de altura custodia la vida de quienes se dedican al petróleo. El Gorosito es el monumento emblema de Caleta Olivia y el gran punto de interés de la ciudad. Los lugareños se sienten orgullosos de su gran amigo e incluso aseguran que su mirada hacia el norte representa la entrega que toda la Patagonia le hace al resto del país con su riqueza minera. Más allá de las creencias, lo cierto es que su tamaño asusta y es un verdadero desafío a las leyes de la física, una obra con lo que uno jamás pensaría toparse en la quietud desoladora de un pueblo perdido.
Pero, además de sorprender con sus dimensiones, sirve de anzuelo para los pocos promotores turísticos de la zona que se empeñan en mostrarlo una y otra vez en un intento de encontrar referentes locales que despierten la atracción. Lo que no termina de ser un error dado que para quienes atravesamos el país en busca de paz y sosiego encontramos el verdadero encanto de este lugar en su paz reinante, en su vida bucólica y su sincera austeridad, algo sobre lo que las grandes ciudades de la Argentina debieran aprender.
Nuestra próxima parada es Puerto Deseado…
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