Viaje por la Patagonia, saliendo de Buenos Aires
Es un viaje sólo para aventureros. Una de esas sanas locuras que se pueden realizar una vez en la vida. Porque adentrarse en la desolada ruta 3 para llegar al último rincón de la Argentina es una experiencia única para todo aquél que se atreva a pasar largas horas frente al volante.
El viaje tuvo lugar hace exactamente un año. ¿El destino?… Ushuaia, la ciudad más austral del mundo. Sabíamos que se trataba de un trayecto duro y que haría falta una buena dosis de paciencia para transitar esta larga ruta que se vuelve desierta a medida que transcurren los kilómetros. Pero el desafío merecía el esfuerzo y así comenzamos el viaje un viernes por la tarde partiendo de la ruidosa ciudad de Buenos Aires.
Viajar en coche por la Argentina no es como hacerlo por cualquier otra ruta del mundo. Más cerca del subdesarrollo que de las modernas autopistas del Primer Mundo, el caos y las sorpresas forman parte de la experiencia y tal vez por eso mismo la satisfacción es aún mayor al llegar a la meta.
Pero por entonces aún faltaba mucho. Cuando dejamos atrás los primeros kilómetros conduciendo hacia las entrañas de la enorme y verde provincia de Buenos Aires se asomaron los primeros imponderables de todo viaje rutero: en este caso, el paro del campo. Hace exactamente un año, un conflicto agrario puso en jaque al gobierno y para presionar por un cambio en las medidas económicas el sector agrario cortó las rutas del país. Las ciudades pronto quedaron aisladas y desprovistas de alimentos.
Y nosotros, testigos directos de ese tira y afloje, detenidos en medio de un cruce cuando un grupo de ruralistas nos obligó a detener el coche debido a un corte.
Luego de una hora que se hizo eterna –y una vez que nos interiorizamos en la opinión de ese sector- finalmente pudimos continuar con el recorrido por ese manto de campos verdes cubiertos de cultivos.
Viajar grandes distancias por la Argentina puede ser un gran desafío para los sentidos. Salvo las rutas más importantes del país, las señalizaciones son escasas, incluso para los locales y es por eso que los mapas se transforman en compañeros esenciales para llegar a buen puerto.
Pero incluso así hay momentos en los que uno deberá frenar el auto y realizar una marcha atrás para visualizar con claridad los carteles indicativos que, por lo general y como una broma del destino, suelen estar casi en el lugar preciso sobre el que hacen la referencia.
Nuestra próxima parada, la primera de este viaje, es Bahía Blanca.
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